Reflexiones de un día corriente
10 de septiembre de 2025

Ya han llegado mis padres. La verdad es que se nota porque me empieza a volver la mala hostia de nuevo. No es que tenga nada contra ellos —solo faltaría—, es que desde hace un tiempo noto que me molesta la gente en general. Esto ha cambiado en mí respecto a hace unos años, y creo que la culpa de esta transformación se debe a los últimos entornos laborales de mis últimos diez años aproximadamente.
¡He mejorado el blog! Espero que se note. Debo decir que este ya es actualmente el blog con más posts que he tenido nunca, o eso diría. También tengo que reconocer que siempre he sentido interés por escribir. De hecho, mis primeros posts solían tratar sobre todo temas de empresa y trabajo.
Tengo otra web que habla sobre mí con un enfoque más profesional, pero no tengo ninguna intención por el momento de que se me pueda vincular o descubrir sobre mi persona. Me siento cómodo desde este anonimato. No es por nada en particular, porque a estas alturas de la vida ya me dan igual bastantes cosas; simplemente me gusta así.
El otro día leí una noticia sobre psicología que decía que a gente joven con ciertos problemas de salud mental les era recomendable escribir en un blog, y debo decir que te hace sentir bien. Es un poco absurdo porque al fin y al cabo es como escribir para uno mismo, pero es cierto que me reconforta.
Ahora escribo directamente desde Visual Studio Code, ya que he instalado una extensión de corrección ortográfica debido a que Google —sí, Google, una empresa de miles de millones de euros de facturación— no es capaz de tener un corrector en español que funcione decentemente. Y digo decentemente, porque literalmente es una basura. Otro tema que me molesta mucho últimamente, especialmente en software, son las mierdas de IA que dan por culo constantemente. ¡Qué basura!
Recuerdo en la carrera que hice que tuve que trabajar mucho with Word, ya que la cursé en una Universidad Online, y era un coñazo especialmente en Matemáticas, porque continuamente me cambiaba los símbolos. ¡Qué pereza! Por cierto, a partir de ahora me voy a dejar el símbolo de exclamación al principio; no sé por qué cojones esto no lo tuvieron en cuenta como en inglés.
Otro tema es que me gustaría mejorar mi manera de expresarme. He visto que los primeros posts están escritos un poco regular, y por eso, a partir de ahora voy a intentar esmerarme un poco más en la forma en que me expreso. A ver, tampoco estoy escribiendo un libro, y me gusta que sea un lenguaje natural como si de una conversación se tratase.
Pues lo que iba diciendo: ya han llegado mis padres, así que algunos dolores de cabeza voy a tener. Me ponen bastante nervioso con el tema de las tecnologías, ya que al ser mayores, pues se enteran poco.
Mi padre está muy jodido: ha perdido mucha memoria y está a punto de que le hagan diálisis, así que ya sabemos lo que vendrá. Pero debo decir que a mi padre, en el fondo, me lo quiero mucho. Incluso a veces tengo un poco de remordimientos de conciencia con el tema de las tecnologías, porque él sigue intentándolo, pero con la pérdida de memoria que tiene ya le cuesta mucho. Y claro, le repito las cosas, pero le cuesta horrores pillarlo; además, muchas cosas a nivel de razonamiento ya no las entiende, aunque su actitud es ejemplar. Nunca pierde la paciencia —jamás la ha perdido, diría—. Es una persona con una humildad e integridad que, sinceramente, no he visto ni creo que vaya a ver en ningún entorno externo de amistades, familia o empresas. Es lo que más valoro de él, y es lo que me ha hecho ser, en parte, muy íntegro.
Eso también me trae problemas, porque hoy en día, especialmente en España y en entornos empresariales, es un puto cachondeo de mierda. Lo peor es que ves cómo la gente que es más rata les va bien en eso. Pero, sinceramente, me da igual: me llena millones de veces más ser así que ser un auténtico despojo humano. Ni aunque tuviera que vivir debajo de un puente, me las arreglaría para ser feliz; estoy seguro.
Mi madre, en el proceso de lo que le está pasando a mi padre, la verdad es que representa muchas cosas de las que no quiero ser. Además, es la típica mujer que ves que le gusta hablar de las desgracias de la gente. Ella sola se ha creado un entorno mental del que, sinceramente, no quiero saber nada. Lo peor es la parte de la política. Todo el día viendo la mierda de programas políticos —claro, los que quiere ver—. De derechas por tozudez.
Es algo que nunca entenderé de la gente de derechas. Es decir, oye, si hay una derecha que hace bien las cosas y ves que son justos para todos, te lo compro. ¿Pero en España? La derecha es lo más cutre que ha habido en la vida. Además, pobres y de derechas: no hay peor cosa que esa, que lo único que demuestra es una ignorancia supina. Como tampoco ha trabajado nunca durante años en entornos laborales, pues vive en los mundos de Júpiter. Tampoco tiene estudios superiores, lo que es un clásico de esa gente. No por eso quiere decir que no la quiera, pero es que con ese tema no puedo; es superior a mí.
Lo peor es que le da igual ver cómo esa clase de gente podría explotar a medio país, reírse en su cara, tocarse los huevos y vivir en el lujo siendo unos ineptos y un auténtico mal ejemplo para la sociedad. Yo siempre digo que no puedes comparar derechas de un país con otro. Hay derechas más inteligentes que la de España, pero la derecha española, en resumen, es la de hacerse rico a costa del trabajador, a costa de sueldos precarios. Lo peor es que muchos son unos ineptos y simplemente hacen pasta por inercia, herencia y por un claro proteccionismo de estamentos y organizaciones donde hace mucho que está instaurada esta gente: jueces, policías, militares, empresas grandes, prensa, organismos públicos.
Es cierto que parece que desde que está el Partido Socialista se nota cierto cambio, pero la lucha es de un desgaste brutal, porque la derecha tiene demasiado peso, como digo, en todas estas organizaciones. Con lo cual, mediáticamente cuesta mucho, y como encima España es un país que está llenísimo de catetos, pues son los más manipulables e incautos. Y eso que la izquierda que hay en España tampoco es santo de mi devoción, pero desde luego, de aquí a Lima, prefiero a la izquierda que a toda la panda de hijos de puta que hay en el otro extremo.
Por lo menos la izquierda procura que las condiciones generales de los trabajadores mejoren —por ejemplo, subiendo el salario mínimo—. Yo me río en la cara de todos los de la derecha que hablan de que no debería haberlo. Claro, en un país de chorizos como este, para que se lo quede todo el empresario. Siempre salen con la misma mierda de ley de oferta y demanda —eso sí, esa frase solo la sacan cuando les interesa—.
De hecho, lo único que consiguen las empresas pagando poco es una brutal pérdida de competitividad a medio y largo plazo, porque la gente con dos dedos de frente al final termina marchándose a otros países donde todo está mucho más equilibrado. Con lo que aquí se quedan los monos, y claro, entonces tienes empresas de mierda que respecto a las de otros países se quedan muy atrás. Y como al fin y al cabo seguimos siendo la casa de putas del mundo —es decir, ladrillo y turismo—, pues ya me dirás qué nivel vas a conseguir respecto al resto del mundo.
El mundo lo mueven las empresas de tecnología y de explotación de recursos principalmente. Cualquier país destinado al turismo y al ladrillo está destinado a ser lo que es. Los que tienen pasta pues no viven mal, pero el resto, una basura. Además, lo peor es tener una empresa donde te va bien y te quedas con casi toda la pasta mientras ves a tus trabajadores que casi no llegan a final de mes —pues ya me dirás el ambiente—. Luego, encima, se quejan de la actitud de los trabajadores la mayoría de empresarios, panda de hijos de puta. ¿Qué esperas? ¿Que te la chupen tus trabajadores cuando llegues?
¡Cambiando de tema! Que hoy me está dando fuerte por escribir, que no veas. Hablando de trabajo, actualmente ayudo a un empresario —sí, a un capitalista, no te lo pierdas—. Llevo ya más de un año, de aquella manera...
Trabajé para él de muy joven, y a pesar de que siempre les tuve mucho aprecio porque sinceramente se portaron muy bien conmigo, pues por cosas del destino, hace un año le contacté por unas movidas mías. Bueno, en realidad vi a su hijo, porque el padre ya está jubilado, aunque de aquella manera. Es una familia de Barcelona que gestiona unos locales de restauración bastante top y conocidos.
Debo decir que hizo una jugada inteligente el padre, porque cuando yo trabajaba con él era de él y otros socios, y ahora se lo ha quedado todo —ya hace unos años, diría—. Supongo que en parte se habrá endeudado, ya que habrá tenido que pagar pasta a los demás socios para quedarse con todo, pero claro, hablo de unos locales que al año le generan en beneficio más de un kilo limpio.
Ahora lo gestiona el hijo mayor. La verdad es que con él me llevo de narices: es de mi edad más o menos y también tiene estudios de lo mío. Además, tiene una manera de pensar mucho más parecida en general a la mía —se nota que somos de la misma generación—, y es muy buen tío, la verdad. Es con quien más me entiendo actualmente.
El caso es que hace un año, por mi movida, le contacté, y a partir de ahí surgió una historia. Me dijo que tenía a su hermano pequeño gestionando un negocio y que la cosa no iba muy bien. Me pidió ayuda con la gestión, y como estaba en un momento por mi cuenta con algún que otro cliente, pues le dije que sí. Pero ¿qué pasa? Que el hermano menor —que, por cierto, yo ya lo conocía también, ya que cuando trabajé para el padre una época lo puso a currar en un local— es muy corto.
A ver, que yo tengo paciencia según cómo, pero hasta cierto límite. Me hizo gracia porque el hermano mayor me dijo que su padre cada año le tenía que poner unos 10.000 euros al negocio. Resulta que una vez que entré a ayudar, en una de las reuniones con el padre, me dijo que eran 40.000 euros al año los que estaba poniendo.
El caso es que como yo ya sabía por dónde iban los tiros —ya que es autónomo, y como la mayoría de autónomos en este país sin educación financiera, que son un puto desastre con la pasta—, pues lo primero que hice fue montar un entramado administrativo-financiero para controlarle la pasta: todo lo que entra y todo lo que sale. Como domino mucho las hojas de cálculo y tengo conocimientos en programación, además de mucha experiencia en todo lo financiero, me costó poco montar todo eso. ¿Qué pasó? Pues que el padre ya no tuvo que poner prácticamente un euro.
De todas formas, fue un desastre igualmente desde mi punto de vista. Lo peor es que lo gestiona el hijo pequeño con su mujer. No te lo pierdas. La mujer era una amiga de toda la vida, sí. Resulta que ella, con 30 años, se dio cuenta de que era el amor de su vida. Qué casualidad: cuando ya no has pillado a nadie interesante, te juntas con el hijo de un padre que le salen billetes hasta por las orejas. ¡Y aquí no acaba la cosa!
El hijo pequeño es cierto que tiene alguna deficiencia, pero vamos a ver, realmente tiene una deficiencia física, ya que camina mal desde pequeño. Y claro, yo creo que eso, junto a que ha crecido en un entorno de dinero, ha sido siempre la excusa para decir que el hijo es un poco tonto. Yo, sinceramente, no me lo creo: es corto, sí, pero porque es un auténtico vago de cojones al que han malcriado al mismo tiempo —así de claro—. Lo peor es que a veces va de listo. Bueno, conmigo lo tiene en el fondo jodido, ya que sabe perfectamente que yo estoy ahí por el padre, y por mucho que vaya de buen rollo, sabe que si se me hinchan las pelotas tiene un problema. Lo que mejor sabe hacer es quemar dinero.
Encima ha tenido una hija con su mujer, y también con algunos problemas, la pobre. Tiene tres o casi ya cuatro años y habla mal, además es un terremoto. Al principio la llevaban al trabajo algunos días; había días que me era imposible trabajar, y poco les importaba. Vamos, a mí eso no me pasaría. Ahora me he enterado de que van a tener otro o otra, porque todavía no lo saben.
La historia es que desde que yo he estado ahí, como les fiscalizo todo, pues se han tenido que cortar con la pasta. A ver, he detectado que el negocio va muy justo. Muy bien se tienen que hacer las cosas para que el padre no ponga dinero, pero con ellos es imposible porque no son gente que sepa de negocios ni tengan conocimientos ni estudios. Es todo muy complicado. Además, la mayoría del tiempo están discutiendo. Él se va cada día a hacer sus birras, y claro, cuando vuelve, le pides que te saque tres informes y no da una. Me pone muy nervioso a estas alturas. Su mujer se pone a trabajar y a veces a ver series en el móvil mientras curra. Imagínate el nivel.
El primer día que llegué ya tuve una discusión con el hijo porque me decía que sí sabían cuadrar las cajas. ¡Me descojonó pero bien! No llevaban ningún control —pero no te lo pierdas—, ellos pensaban que sí. No llevaban ninguna hoja de cálculo o, mira, si quieres ni que sea a mano, donde anotaran todo y pudieras comprobar saldos y demás. Su manera de cuadrar la caja era imprimiendo la zeta de ventas, cogiendo ese dinero de la caja y subiéndolo a la oficina para ir a ingresar. Y claro, le dije: "Ya, pero ¿y entonces qué te queda en la caja? ¿Cómo sabes si descuadra o no?"
A mí estas cosas, a estas alturas de la vida, me ponen muy pero que muy de mala hostia, porque es como darte cuenta de que tienes un tío enfrente que no sabe hacer la o con un canuto. Lo peor ya no es eso, sino que yo tengo que estar detrás de todo para tener toda la información lo mejor posible. Y cuando hay descuadres, claro, se lo digo, y se pone nervioso diciendo: "No puede ser". Y claro, le digo yo: "Sí puede ser, yo tengo todo absolutamente justificado y comprobado, tanto el efectivo como el banco". Del banco anoto todos los movimientos y tengo el saldo cuadrado en mi hoja de cálculo; no se me escapa un céntimo. Obviamente, el banco es lo más fácil. La historia siempre viene con el efectivo.
Lo gracioso es que las primeras veces me decía luego en petit comité: "Ya hablaré con mi mujer porque alguna vez ha cogido algo de dinero de la caja". Luego, varias veces cuando ha habido descuadre, pasa el fin de semana y a la semana siguiente me dice: "Ya está, es que me olvidé de que había cogido tal", y entonces lo repone. Son incapaces de hacer un papel y dejarlo en la caja fuerte con el importe que han cogido, básicamente porque no les sale de los huevos. Yo sí que estoy hasta los huevos de estos dos ineptos.
En julio y agosto le dije que no iba a venir, que me iba fuera y tal. El padre ya se puso nervioso y le dijo: "¿Tendré que volver a poner pasta?", y el hijo le respondió: "No, hombre, no, papá". Tuvo que poner 9000 euros.
El primer día que llegué vi que tenían las estanterías llenas de producto. La movida es que la mujer hace los pedidos, y es un negocio que va muy justo. Como pidas mal y te sobren existencias, ya no llegas ni a pagar el pedido al proveedor, ya que los tiempos también son muy cortos de pagos —es un monopolio estatal—. Y claro, estos días ya le dije que tenía que poner al día toda la información de dos meses. Hasta que no haya puesto todo al día, tampoco podré saber el descuadre, pero vamos, que lo habrá seguro.
El otro día me dice el hijo que este mes se ha hecho dos transferencias de nómina porque el mes pasado no se la hizo. Hoy he terminado de meter ya toda la información y he visto que sí se la hizo. Lo que pasa es que es un zoquete integral, y como algunas veces se la hace el día 1 o 2 y otros meses el 30 o 31, pues se lía él solo. Yo ya no le voy a decir nada; como le tengo que pasar los informes de Pérdidas y Ganancias al padre, ya lo verá y que se entienda con él. Encima he visto transferencias que tampoco sé lo que son por el momento —las he metido a varios—, y oye, que se lo explique él, que ya estoy hasta el nabo.
El negocio lo tienen en traspaso, pero llevan más de un año y no lo venden. También es cierto que viendo los números de estos dos meses es normal que haya tenido que poner algo el padre. Seguramente se podría haber apurado mejor, pero como yo no estaba, pues vuelven a hacer lo que les rota. El mes de agosto, al cerrar dos semanas, ya no generan un margen bruto para pagar todos los costes fijos. Con lo cual, ya estando justo el negocio, ese mes es lógico que la liquidez se resienta bien.
La próxima semana me veo con el padre, ya que quiere verme, puesto que también les preparé yo el informe de venta —el hijo ni eso sabe hacer—. Era un Word casi como un archivo txt, con una mierda de información y visualmente como un ejercicio en Word que haría un niño de 12 años. A ver qué pasa la próxima semana, porque yo ya estoy caliente.
Además, como la mujer hace los pedidos y yo ya les dije que se tenía que saber pedir muy bien porque con un negocio tan justo la liabas, pues sé perfectamente que no le caigo en gracia. En realidad, a mí no me cae bien. Me parece una niña mimada y malcriada, y vamos, tengo clarísimo que el divorcio caerá en el futuro y arrasará con todo lo que pueda. Si pudiese apostar gran parte de mi dinero lo haría, porque es tan clarividente. Es más, podría apostarlo y decírselo en la cara, y acabaría pasando igual. Ella no es ninguna lumbrera, pero claro, su marido menos todavía, y eso le quema mucho —se le nota—. Aguanta por la pasta que hay detrás.
Yo, cuando empecé a llevarles los números, es cierto que obvié una forma de mirarlos y me equivoqué, porque en los primeros informes veía que sí generaba algo de beneficio el negocio. Calculé entre 25.000 y, como mucho, unos 40.000 euros al año en el mejor de los casos. Pero claro, eso era porque el margen bruto lo sacaba de las propias ventas que hacían —es decir, si venden un mes 100.000 en productos, como la rentabilidad siempre es la misma de esos productos, sacaba los costes sobre las ventas—, pero entonces, si ella se sobre estocaba, no lo detectaba.
Tampoco tardé mucho en darme cuenta, entonces monté otro Pérdidas y Ganancias, digamos que de cashflow —es decir, un cashflow en toda regla al fin y al cabo, pero en formato visual de PyG—. Ahí ya vi que muchos meses pagaban más de lo que vendían. El problema de estos cashflows es que se desvirtúa todo mucho, ya que las ventas del mes no se corresponden con los pagos que haces a los proveedores de los productos vendidos —ya que hay un delay entre que llega el pedido y su factura hasta que se paga, como es lógico—, pero en pocos meses seguidos puedes ver la foto mucho más clara.
Entonces es cuando me tuve que meter también a ayudarle con eso, y ahí es donde le toca las narices. Ella pedía casi lo mismo en enero que en julio, cuando son meses muy diferentes de ventas. Entonces pasó que el mes de enero y febrero quedaba más stock en estanterías y la liquidez se diluía rápidamente. Tuve una discusión con el padre por esto, porque decía que después del pago del pedido gordo habitual de proveedor cada vez quedaba menos dinero en la cuenta. Yo, además, ya le dije en su día que tampoco podía medir el negocio de esa manera, ya que los pagos al proveedor no siempre caen en la misma fecha del mes, sino que pueden caer a principio de mes, a finales antes de nóminas, etc.
La historia es que le dije que se habían hecho mal los pedidos y que el dinero estaba en stock en las estanterías. Luego les obligué a que hicieran pedidos más pequeños teniendo en cuenta el stock que había en estanterías el día de hacer el pedido. La movida es clara: el padre tenía que poner pasta por el siguiente motivo. Ellos se sobre estocaban, entonces el padre tenía que poner pasta para llegar al pago del proveedor. Luego, durante un tiempo, como tenían bastante stock, generaban liquidez, pero claro, tiraban de la manta bastante más que estando conmigo —que es casi nada porque ahora no pueden—, y entonces volvían a la rueda. El hijo estaba acostumbrado a que "si necesito dinero, pues llamo a mi padre". Menudo caos.
Bueno, en fin, que yo estoy hasta las pelotas. Que a ver, por dos días que voy a la semana a controlarle el cotarro —que son ocho horas en total—, no me pagan mal, pero vamos, que tampoco es ninguna locura. Al padre le salgo muy a cuenta, porque teniendo en cuenta que metía 40K al año, les estoy ahorrando mucho dinero. Que yo se lo hago más como favor personal, pero llega un momento en que trabajar con gente así acabas quemado solo de escucharlos en el día a día. No valen para los negocios.
También te digo que otra cosa que he pensado en los últimos años es que el padre tampoco es, en realidad, ninguna lumbrera. Resulta que abrió durante su vida bastantes otros negocios del mismo sector y los ha cerrado todos. Lo que tiene no es muy difícil de que funcione. Siempre he dicho que en hostelería hay dos cosas muy importantes: una es la localización, y otra que des un buen servicio en general. Cuanto mejor servicio seas capaz de dar, menos importará la localización. Y al contrario: si tienes una localización premium, siempre y cuando el servicio no sea una mierda, es fácil que te funcione.
Pero bueno, que yo en el fondo al padre lo aprecio porque se portaron bastante bien conmigo. Fue mi primer empleo serio, con 18 años hasta los 24. Ya después me fui porque se me quedaba como un poco corto lo que me podían ofrecer, aunque reconozco que me ofrecieron un puesto de responsabilidad, pero claro, el sueldo yo no lo vi acorde ni de broma. Por decirlo de alguna manera, iba a hacer de Director General en funciones. Anteriormente tenían al sobrino, pero por motivos personales entre los dos socios, prescindieron finalmente de él. En pocas palabras, iba a empezar a hacer lo que hacía él, pero con un salario de menos de la mitad, y yo entonces había terminado mi Grado Superior en Administración y Finanzas y quería hacer la carrera de Empresariales —que, por supuesto, terminé haciendo—.
A todo esto, decir que el sobrino era un tío súper trabajador; yo lo apreciaba mucho, mucho más de lo que él creía. De hecho, en aquella época para mí era un referente laboral. Años más tarde, menuda desgracia, me enteré de que falleció. Salió a correr un día y cayó desplomado. En paz descanse; era una excelente persona. Estoy seguro de que, esté donde esté, estará bien, aunque haya sido una pena para la familia, especialmente para la mujer e hijos.
Creo que por hoy ya me he desahogado, que es a lo que venía, además de que ya he dado demasiada información sobre mí. No obstante, como este blog nunca llegará a nada —ya que sería como que me tocase la lotería—, pues puedo permitirme ir escribiendo algunas cosas personales. De hecho, es la gracia de este blog: que me sirva para hablar de mi pasado, presente y futuro. Pero especialmente que me sirva para reflexionar en voz alta o, mejor dicho, escribiendo.
¡Un día más, un día menos! Hasta la próxima, si Dios quiere.